‘Hacer la vista gorda’. Una expresión usada cuando alguna injustica
se presenta y no hacemos nada al respecto, siéndonos útil cualquier pretexto
para justificar nuestra falta de interés en solucionar ese problema que con
mucho esmero tratamos de probar que nos es ajeno. De alguna manera logramos
convencernos de que lo que no nos afecta clara y directamente, ya sea la pobreza,
los problemas ambientales o la incompetencia política de nuestros gobernantes,
no es nuestro problema, y por esta razón no deberíamos involucrarnos. Todos
sabemos que gente muere de hambre en África, hace años lo sabemos; vimos fotos,
documentales y películas al respecto, y nos llena de tristeza y angustia ver a
los esqueléticos negritos suplicar por comida que nadie les dará y padeciendo
enfermedades que nadie curará, pero aún así no hacemos más que ofrecerles
nuestra simulada empatía. Poco a poco,
nos vamos acostumbrando a escuchar sobre africanos agonizantes, toneladas de
basura contaminando y colmando nuestro planeta y ladrones ocupando cargos
públicos. Estas noticias son algo de todos los días; puede que nos molesten un
poco al principio, pero con el tiempo van quedando en segundo plano, siendo
mucho más importante resolver cualquier dificultad que nos impida continuar con
nuestra rutina.
A fin de cuentas, el problema no
es la pobreza en sí, o el medioambiente, o los políticos corruptos, sino
nuestra indiferencia ante todo esto. Un linyera en el piso pidiendo limosna,
tiritando del frio, con la ropa desgarrada y el olor de no haberse bañado en
meses, o un chico pidiendo monedas en la calle a cambio de una torpe
demostración de malabarismo, son imágenes tristemente familiares a las que
logramos acostumbrarnos. Las hemos naturalizado por completo, a tal punto que
ya a nadie se interesa en ayudarlos realmente; la dádiva se mecanizó, algo así
como un trámite que nos vemos forzados a realizar. Es sabido (o
creemos saber) que ya nada hay por hacer para ayudar a estas personas más que
darles unas pocas monedas o un paquete de galletitas; nos convencimos de que es
una realidad inalterable, y que todos nuestros esfuerzos para cambiarlo serían
en vano. Y lo más escalofriante es que lo aceptamos. Accedemos a vivir con la
carga de que hay gente pasando hambre y frio, y no nos importa. Se torna cada
vez más tolerable, y aprendimos a lidiar con la culpa, implementando tácticas
como mirar para otro lado cuando nos piden monedas o cambiar de canal cuando
muestran algo que no queremos ver. Y esto nos hace cómplices de la injusticia
social.
Todo, absolutamente todo, puede
convertirse en rutina. Un regalo, o un objeto nuevo que uno compra, no tiene el
mismo valor el día en que lo recibe que dos semanas después, ni dos meses
después de eso y menos dos años más tarde. Hasta la más preciada de nuestras
posesiones se va devaluando con el tiempo. A su vez, lo que alguna vez fue
terrible, hoy es menos terrible, y mañana lo será aún menos. Progresivamente, vamos
perdiendo la noción de qué está bien y qué está mal; nuestros criterios se van
alterando, y lo extraordinario se funde con lo ordinario, subvirtiendo nuestra
precepción de la realidad.
No hay que permitir que lo
injusto se vuelva cotidiano. Sorprendámonos y horroricémonos cuando vemos algo
que está mal, y hagamos algo al respecto.
Me pareció bastante interesante el tema de "hacer la vista gorda", porque es un hecho que refleja a la sociedad y personas mismas. Algo que pusiste y me llamo la atención fue "nos convencimos de que es una realidad inalterable, y que todos nuestros esfuerzos para cambiarlo serían en vano.", ya que como decís naturalizamos todos los horrores e injusticias que se presentan. Entonces, ¿Como hacer para que lo injusto no se vuelva cotidiano si ya es una realidad en la que nos sumergimos? ¿Como hacer para que lo normal se vuelva sorprendente? Muy difícil es, que una situación del día a día nos mueva un pelo, y eso es lo que me parece injusto. Lo más justo seria por consiguiente, desprendernos de esta naturalización, pero si incluye alejarnos de la realidad ya nos incomoda. A la sociedad liquida le incomoda hacerse problema por lo ajeno, y creo que tendríamos que empezar a preocuparnos por ello.
ResponderEliminarEn fin, creo que todo está dicho, muy buena nota.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarEsta buena la nota, hacer la vista gorda no lo hacemos solo con los temas que nombraste, si no con todo en nuestra vida.eso me parece lo importante, darnos cuenta que si justificamos nuestros propios errores y no tomamos responsabilidad por lo que hacemos nosotros entonces pretender hacer algo por el otro parece casi imposible.
ResponderEliminarPor otro lado si, se nos hace tan comun ver esto,tan natutal que parece que el mundo siempre fue asi y aca agregaria un concepto que estuvimos en clase: esta nota es el perfecto reflejo de la consecuencia de la modernizacion, es decir de nuestro sistema capitalisto
Pampa, tu nota se relaciona con lo que quise expresar en la mía de salirse de los sentimientos y pensamientos que tenemos todos los días para darnos cuenta que mucho de lo que creemos que es normal no lo es.
ResponderEliminarMe gusto mucho como cerraste tu nota, y coincido con que no hay que acostumbrarse a las horribles cosas que pasan ya que así se las deja pasar y se las termina aceptando, dándose por vencido y creyendo que ya son imposibles de cambiar.
Pampa estoy muy de acuerdo con lo que decís. Claramente si la injusticia no te toca de cerca o no te ''impide continuar con nuestra rutina'' tratas de evadir el tema y no hacer nada al respecto. Si un chico en la calle te pide plata en un semáforo no pasa masa porque sabes que a los pocos segundos que termina el semáforo seguís con tu vida. En cambio, si el señor que no tiene para comer te hace un piquete y te corta la calle (impidiéndote seguir o con tu rutina) te molesta mas.
ResponderEliminarPampa, el texto está muy bien escrito. Y los temas que trata los vimos de una u otra manera durante el año, sería bueno pensar de qué maneras, con qué mecanismos o "estrategias" podemos sorpendernos, desnaturalizar y evitar este acostumbramiento del que hablás.
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