martes, 20 de agosto de 2013

La Gilada

Leyendo algunas de las notas que ya subieron, con la de Lucas como principal disparador, y algunos de los comentarios, se me ocurrió hacer una nota de una de las cosas que más odio de este mundo: las modas (y todos los imbéciles que las siguen). Es más, mi problema no es con la moda, sino con los imbéciles. Por ejemplo, hace un par de fines de semanas salí tres amigos que estaban vestidos exactamente igual: camisa a cuadros verde oscuro y el mismo jean. Una vez en una fiesta conocí un grupo de amigas que estaban vestidas con camisa blanca y calzas negras. Las cuatro se habían juntado en la casa de alguna antes de salir y en ningún momento se les pasó por la cabeza que tenían la misma ropa. Está bien, son todos de un mismo grupo social, misma clase, y contemporáneos, similitudes en su vestimenta vas a encontrar. Pero esto ya es ridículo.

Igual, mi odio no va por ese lado. Es medianamente entendible que tratemos de vestirnos de acuerdo al momento, las estaciones, y los caprichos de quienes imponen la moda. Lo que no es entendible bajo ningún punto de vista es que te vendan una pulsera de goma a $150 con el pretexto de que te va a dar más equilibrio, más confianza y más seguridad, entre tantos otros beneficios que la Power Balance garantizaba. Considero al creador de la Power Balance un genio por dos razones. Primero, se lleno de plata con una chuchería (por así decirlo), y segundo, mostró hasta dónde puede llegar la estupidez de la gente. Le dieron la pulsera a un par de famosos y automáticamente la gente la empezó a comprar. Lo del equilibrio fue solo una excusa, algo que justifique la compra ante los ojos de quienes la desaprobaban. ¿Quién gasta $150 en un poco más de equilibrio? Nadie. Si sos medio tosco no camines por la cuerda floja, pero ni el más torpe del mundo compra pulseras para mantener el equilibrio. Si bien la pulsera no traía ventajas físicas, es verdad que podía lograr una suerte de efecto placebo: al convencerte de que la pulsera tiene X propiedades, posiblemente tengas más confianza en vos mismo y te salgan mejor las cosas. O no. Es como un amuleto de la suerte. Todos tienen el derecho de comprarlo, o de venderlo, por estúpido que sea. Cada uno ve a la suerte como quiere.

Pero eso es a gran escala. No es fácil nadar en contra de la corriente cuando esta es tan grande. Vayamos a algo más chico, más tangible, más cotidiano. Hace unos dos o tres días fui a cargar nafta a la Shell con mi viejo. La estación de servicio estaba llena. Cinco bombas ocupadas con uno o dos autos esperando. Pero había seis bombas. Y no había ninguna señal de “fuera de servicio”.  Nos mandamos, nos atendieron, cargamos nafta y nos fuimos. Las filas al lado nuestro no habían avanzado y había algunos autos más. Nuestra bomba quedó libre nuevamente, pero nadie se animó a ocuparla. Desde la calle, frenados por el semáforo en rojo, vimos como llegaba un auto más y, tras un par de segundos decidiendo cual fila iba a ser la más rápida, se ponía atrás de otros dos autos. Nuestra bomba quedó libre hasta que dejamos de verla. ¿Cómo puede ser que en todo ese tiempo nadie en esos (por lo menos) diez autos haya pensado “Uy, ahí no hay nadie”?  Tal es el miedo a errar sólo, que la gente prefiere seguir a los demás. Estar sólo da miedo: hay que pensar por sí mismo, tomar decisiones, razonar, y un montón de acciones que uno evitaría desde la comodidad de la masa (la gilada). Sería intolerable y doloroso errar como individuo, y tener que soportar las miradas descalificadoras de esos que sí están protegidos bajo ese techo que es la gilada. Eso es lo que es: un techo. Si el día está soleado puede que los integrantes de esta gilada se aburran dentro de su casa, apretados y muertos de calor, pero si se largó a llover y te quedaste afuera con gusto te van a cerrar la puerta en la cara, haciéndote saber que vos estuviste equivocado, que fueron ellos los que tenían razón, y que mojarte es el castigo que tenés que cumplir por no haberlos escuchado (aún cuando no te habían llamado).


Esa es la satisfacción que hay en ser parte de algo: puede que estés equivocado, pero la culpa va a estar dividida entre todos aquellos que sean parte de ese algo. Es un principio que establece un refrán que me gusta mucho: “mal de muchos, consuelo de tontos”. Si te desaprobaste un examen, pero las notas fueron bajas en general, no es tan grave. Es más, posiblemente se califique de traga al que aprobó. Pero si desaprobas un examen que todos pasaron, seguro te van a señalar con el dedo. No sos tan boludo si compartís tu boludez con otros. Y lo peor es que es acumulable: a más boludos, menos boludo uno se considera. Estoy seguro que, ante los ojos de algunos, en algún punto fui yo el equivocado y no mis amigos de camisa verde, o quienes tuvieron, aunque sea por poco tiempo, más equilibrio que yo. Quizá hasta erré al ir a la bomba libre de la estación de servicio. Quién sabe, tal vez en las otras cinco bombas regalaban algo y yo me lo perdí, por apurado o por individualista. Según lo veo yo, es preferible errar por cuenta propia, sin necesidad de escudos o techos, ni gente con quien dividir la culpa, a errar por seguir a la gilada.

8 comentarios:

  1. lei hasta la parte de la power balance y no segui, era muy larga la verdad , pero papa no hay tanta ciencia se llama marketing y existe en el mundo capitalista donde vivis, y si pensas que todos los que siguen la modo son imbeciles , enntonces lamentablemnte estas donde no deberias estar!.

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    1. Tendrias que haber terminado la nota, te perdiste el punto al que va.

      "Es medianamente entendible que tratemos de vestirnos de acuerdo al momento, las estaciones, y los caprichos de quienes imponen la moda." Estoy al tanto de eso, Yannick. Se que es marketing, y se que soy parte de esa gilada, queda claro que es dificil no serlo, aunque sea en algunos pocos aspectos.

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    2. La acabo de terminar se a que te referis, es dificil no pertenecer a esa moda ya que vivis constantemente con ella y hasta capas que si no la usas sos discriminado.

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  2. Pampa al comienzo no quería leer tu nota porque era muy larga pero cuanto empece me entreteni porque había una idea que yo no apoyaba mucho como le paso a yannick pero ya mas al final de la nota mas o menos entendí donde vos pretendías llegar, tu punto de vista que por ahí no es tan como el mío pero lo entendí bien gracias a tu buena explicación a lo largo de toda la nota.

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  3. Es como en la pelicula "La Ola", lo mas importante es sentirse parte de algo, sea cual sea el grupo social o tribu urbana. Porque vos recien hablaste de una clase media alta, pero si vas a un grupo de una clase baja también podes ver que visten igual, escuchan la misma musica, les gusta los mismos deportes, etc.
    Coincido con vos en que, al fin y al cabo todos buscamos pertenecer a algo y no quedarnos solos, ya que fallar solo es peor que en grupo y nos da mas miedo y trabajo.

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  4. Buen desarrollo del problema Pampa. Efectivamente, las modas son un ejemplo menor de un fenómeno más grande que tiene que ver con lo que el filósofo alemán Friedrich Nietzsche llamaba, en lugar de "la gilada", "el rebaño".

    La idea era bastante similar a la que vos expusiste. Todas las ovejas siguen a su pastor (el sacerdote de la Iglesia, la estrella pop de moda, el "ganador" del grupo, etc.) y se guían por lo que hacen las otras ovejas, si se apartan del rebaño, morirían pronto porque son animales débiles (no tienen iniciativa propia, ideas propias, sólo siguen lo que les indican), sólo pueden sobrevivir en el rebaño.

    El que tiene "calor propio" puede apartarse del rebaño sin sentir frío, puede, como dice Nietzsche, huir a su desierto. Y será juzgado y castigado por eso, por no respetar los valores del sacerdote, porque esta oveja con calor propio muestra una fortaleza que sólo le corresponde al pastor, se la acusará de soberbia ante todo, porque las ovejas hicieron de la debilidad (es decir, de la obediencia) un valor.

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  5. Ya que estamos, unas preguntas.

    ¿Podría sostenerse una sociedad sin "gilada", sin una mayoría de personas que se refugie en el "sentido común", en la reproducción de las costumbres del grupo al que pertenece?

    ¿Qué papel puede cumplir el que se aleja del rebaño en una sociedad? ¿Ninguno? ¿Será un innovador? ¿Se convertirá en pastor y guiará su propio rebaño?

    ¿Cómo puede el que se aparte de las costumbres salir de la etapa puramente reactiva de criticar a "la gilada" y comenzar a hacer algo productivo con su libertad?

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